«El fallecimiento de una mujer británica de 47 años de forma repentina en pleno vuelo de Ryanair con destino a Lanzarote, a causa de una afección cardiaca no diagnosticada sin que se pudiera hacer nada por salvar su vida ni reanimarla al comprobar que en el avión no había un desfibrilador, ha reabierto el debate sobre la obligatoriedad de llevar equipos de reanimación a bordo de aviones comerciales.»
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